Hace unos días, Mónica y yo nos asustamos de oír el llanto desconsolado del Mateo, proveniente de la ducha de los niños… Pensamos que se cayó, golpeó, cortó o algo similar, es que el llanto era de verdad estremecedor.
Al llegar, el niño nos dice entre sollozos que lloraba porque la araña murió…
Al iniciar su baño, el niño vió una arañita en la pared de la ducha y él había decidido que sería su «mascota de la ducha», y que al terminar su baño se la llevaría consigo a la cama para dormir con ella. Entonces en algún momento, con el vapor del agua caliente, la pared se humedeció lo suficiente como para hacer que la araña perdiera agarre a la baldosa y cayera al piso ahogándose en poco tiempo sin poder escapar del agua.
Al ver la escena y escuchar la historia, el sentimiento nuestro fué mixto, por un lado nos enterneció tanto el llanto y la definición suigéneris que le dió a la «mascotita» y por otro lado conteníamos la risa por lo divertido de la situación…
Desde entonces, casi siempre que se baña busca una nueva arañita que él pueda llamar su «mascota de la ducha»…